El sentido de la justicia (o sea, la clave del secreto para saber hacer
"lo más justo") es el inestimable patrimonio de quien ha
conseguido no sacrificar sus propios sentimientos a favor de la cultura de
la ignorancia que pretende haber entendido todo sobre la vida. Es un arma
de una potencia formidable, imparable. Aprender a usar este arma significa
no sucumbir nunca más al Vampiro, sin que importe la forma en la que se
presente. Y quien la posee es un poco un Jonathan Harker o un Arthur
Holmwood o un Abraham Van Helsing del 2000: resumiendo, un héroe del
Drácula de Bram Stoker designado por el destino a liberar el mundo del
monstruo.
En el relato, que ya hemos citado varias veces, Samuel Serrandi
(que se puede encontrar en la página 137 del libro Vampiros
energéticos), Massimo realiza una
investigación en casa de su amigo Luigi Limandi para intentar descubrir
las causas de su misterioso suicidio. Cuando por fin consigue reconstruir
los hechos y concluir que el responsable moral de la muerte de su amigo es
el estafador Serrandi, se encuentra frente afrente con un misterioso
sentimiento que, naciendo de lo más profundo de sí mismo, no le concede
tregua; un sentimiento que implica sea el afecto y el respeto por el amigo
muerto, sea la justa valoración dela deshumanidad de Serrandi. Convencido
en un primer momento que sea odio, se dará cuenta después que se trata
de su sentido de la justicia, que él definirá como "instinto de
conservación de la especie de los inocentes". (Ir al texto Italiano,
Inglés o Francés .)
Gracias a su sentido de la justicia y al hecho que sus sentimientos no
han muerto nunca, Massimo, después de una desconcertante batalla de
nervios, conseguirá vencer al Vampiro y denunciar públicamente desde las
columnas de su periódico todo el sucio tráfico que gira en torno a su
actividad, incluso si tendrá que enfrentarse a la torpeza y reacción
embarazada de una sociedad que tiene muchos puntos en común con ese
Vampiro.