
|
|
La sumisión automática del Vampiro de las conciencias
inciertas
En el relato La
excavadora (ya citado a propósito del uso estratégico del hándicap
y de la negación de los méritos y que se puede encontrar en la página
109 del libro Vampiros
energéticos), los malos tratos psicológicos y
físicos infligidos a Michelino por el profesor de Diseño, en vez de
estimular un movimiento de solidariedad en su relación con los
compañeros, determinan su aislamiento y su exclusión del contexto social
de la clase, la cual, entre un inocente injustamente perseguido y una
autoridad prepotente, elige sin ninguna duda ésta última. (Ir al
texto Italiano, Inglés o Francés.)
El uso de las artes vampíricas para disminuir las propias tensiones a
través de la humillación de los inocentes es una amenaza social de
proporciones catastróficas. Una parte de la sociedad, de hecho, está
atrapada en la revocación del esquema arcaico del chantaje afectivo, y
seguirá siempre el juego del Vampiro, proponiendo de nuevo hasta el
infinito la propia elección coaccionada de preferencia hacia los
prepotentes y de sacrificio de los inocentes a una exigencia superior: la
de complacer las frustraciones y los bajos instintos de quien no sabe
salir del mito de él mismo.
En este sacrificar los inocentes ante el poder de algún Vampiro
"social", las conciencias inciertas repiten, en una blasfema
desfiguración del rito de la Misa, el ritual del sacrificio de ellos
mismos que un día hicieron al propio Vampiro "afectivo".

El triunfo social del Vampiro como resultado de la soledad afectiva de la
sociedad
El hecho de haber vivido, en el pasado, en condiciones de chantaje
afectivo determina en una parte del sustrato social un estado de soledad
que a menudo desemboca en elecciones irracionales e injustas incluso en
ámbitos en las que no están activas de ningún modo las implicaciones
afectivas.
Así, no será de hecho raro el caso del empleado que se inflamará de
admiración por un jefe astuto y un poco estafador (del cual aspira a
convertirse en su brazo derecho) y que, en cambio, cuando se encontrará
delante de un jefe honesto y lleno de escrúpulos, lo infravalorará y lo
traicionará, dando vida a la más fácil de las revueltas y a la más vil
de las rebeliones contra él.
Esta misma tendencia, llevada a sus consecuencias más extremas,
explica porqué muchas veces, en el curso de una historia, a una propuesta
de gestión democrática de la vida pública se prefiere el recurso de la
dictadura. La democracia, de hecho, pide sólo el respecto de algunas
reglas muy simples; la dictadura, el contrario, somete el pueblo al mismo
chantaje al cual se ven sometidos tantas asociaciones afectivas,
sustituyendo la distribución del afecto por la concesión de un trato de
favor por parte del partido.
PÁGINA
INICIAL CAV - INICIO
SECCIÓN - ADELANTE
|
 |