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Dar siempre la importancia adecuada a las acciones del
Vampiro
Dar respeto al Vampiro quiere decir antes que nada dar la importancia
adecuada a sus acciones, notándolas nosotros mismos y haciendo que las
note él mismo. Esto creará las condiciones para ponerlo delante del
espejo donde se encontrará con su Nada. Una operación extremadamente
delicada, como ya hemos dicho, que podrá llevarse a cabo sólo
recurriendo a una mezcla de las proporciones justas de coraje,
inteligencia y amor por los otros y pos las cosas justas de la vida.
En el relato El administrador, que se puede encontrar en la página
97 del libro Vampiros
energéticos, Massimo, después de ser
repetidamente humillado por éste último (que no lo saluda por principio)
y por el portero (que, al contrario, no lo saluda solamente cuando no
está su superior) encuentra finalmente el coraje de valorar de manera
objetiva el comportamiento estúpido y maleducado de los dos, sin
renunciar en ningún momento ni al respeto por él mismo, ni al respeto
por aquella extraña pareja de Vampiros. De los dos, el peor se
demostrará el portero, que ha elegido sacrificar su confianza con Massimo
por el presunto placer probado por el "potente" al humillarlo.
El administrador, al contrario, aprenderá la lección y saldrá del
esquema vampírico del no-saludo, adquiriendo un poco de civilidad. Una
adquisición que, quizás, habría hecho mucho antes si alguien, en vez de
seguirle en sus peores tendencias, lo hubiese puesto frente a frente el
espejo de su mala educación. (Ir al texto Italiano,
Inglés o
Francés.)
Otra vez Massimo (pero en una época diferente de su vida, además de
en otra historia) se encarga de neutralizar ni más ni menos que a Samuel
Serrandi, el despiadado Vampiro del relato con homónimo, el cual, en un
primer encuentro, como guinda de su miserable trampa, había usado todo su
repertorio de mentiras (de sus viajes a su estratosférico ritmo de vida,
hasta llegar a sus "dos licenciaturas, casi tres"), y que en el
segundo encuentro paga no sólo todas las mentiras del primero, sino que
ve como Massimo le devuelve, golpe a golpe, cada nuevo tentativo de
inventar absurdas historias. (Ir al texto Italiano,
Inglés o
Francés.)
En el relato La máscara, que se puede encontrar en la página
127 del libro Vampiros
energéticos, Ale,
atormentada por el fantasma de su madre que continúa aplicando sus
esquemas de vampirismo afectivo, con un increíble esfuerzo psicológico
consigue disolver el hechizo, dando la importancia que merecen a las
palabras de su madre sobre el hombre al que ama, y cerrando en la
respuesta final, perfecta porque es verdadera, el sentido de la propia
libertad de su chantaje. (Ir al texto Italiano,
Inglés o
Francés.)

Contraponer los sentimientos del hombre al sentimentalismo del Vampiro
Los sentimientos, en el mundo de los no-Vampiros, son una cosa sencilla
y inequívoca. No sucede lo mismo en el mundo de los Vampiros, los cuales
tienden siempre a tratar cualquier sentimiento como una cosa extraña,
complicada e indescifrable, además de inútil.
Mantenerse en contacto con los propios sentimientos, no quiere decir
sólo probar grandes pasiones o conmoverse fácilmente, como los Vampiros
nos quieren hacer creer para despreciarnos más fácilmente, sino que
puede querer decir tantas otras cosas: responder amablemente a alguien que
es amable con nosotros, y con reconocimiento a alguien que ha dado alguna
cosa de manera desinteresada; intentar dar oportunidades a quien no las
tiene, ser tolerantes con quien se equivoca de buena fe y premiarlo con un
reconocimiento incluso simbólico, pero real como aquel mérito; mirar
dentro del alma del ser humano y saber ver los signos de la honestidad, y
saber comportarse en consecuencia; no dudar ni un momento en hacer
cualquier cosa por salvar una vida y no tolerar nunca que se lleven a cabo
violencias contra los inocentes; y muchas, muchas otras cosas con el mismo
fondo que estas.
El día que nos levantemos sin sentimientos, seremos ya Vampiros.
Desgraciadamente, desde pequeños se confunden las ideas sobre este
argumento, hasta el punto que se hace imposible distinguir entre
sentimientos y sentimentalismo. El sentimentalismo es una desfiguración
del sentimiento, que tiende a crear conceptos que rebosan de retórica
justamente porque están vacíos de contenido. El sentimentalismo es, por
ejemplo, la idealización el los "mejores tiempos que ya se han ido",
o una adhesión sin ninguna crítica y romántica a una llamada "fe"
(con una vasta gama de variables que pueden ir de apego a conceptos
racistas o ultra nacionalistas hasta el fanatismo ciego por una "bandera"
deportiva), o quizás la mística del "pobrecito de mí", que a
menudo esconde detrás de la falsa mueca del dolor del victimismo,
objetivos egoístas y vampíricos.
En cambio, el sentimiento es aquel que, sabiamente asociado al uso de
la inteligencia, sugiere a los padres el modo para hacer que sus hijos
sean seres libres, o que lleva un pueblo a rebelarse contra un tirano y a
vencerlo, o que produce las grandes intuiciones humanas, ya sea en el
campo filosófico, literario, religioso o científico. Todas ellas cosas
que no admiten sucedáneos. Se puede decir que el sentimiento es como la
alfombra volante de los cuentos: flexible, sin ninguna rigidez, sin velas
ni motores ni mecanismos, ni trucos escondidos, pero prodigiosamente ágil,
dúctil y capaz de llevarnos, quien sabe cómo, hasta las estrellas.
Como todos sabemos bien, la realidad en la que vivimos lanza profecías
de desdicha a los que son suficientemente imbéciles como para mantenerse
en contacto con los propios sentimientos. Nuestro peor enemigo, en
definitivo, e justamente quien - Vampiro o no - nos pide que nos hagamos
más duros, más listos, a dejar de lado los escrúpulos, a usar los codos
para llegar lejos, a adular a los potentes y a despreciar a quien no nos
puede asegurar unas ventajas tangibles. Esta mentalidad nos crea las
peores deficiencias y prepara las condiciones ideales para que nos
convirtamos en víctimas predestinadas de los Vampiros. Esta segunda
salida no es rara, de hecho. No es una regla matemática que todos los que
son educados según el precepto "hacerse el listo" se
convertirán en Vampiros; en los seres humanos existen recursos de
resistencia al abismo vampírico que se escapan a cualquier control y a
cualquier maligna iniciación. Quien tiene la suerte de tener dentro de
él mismo estos prodigiosos recursos, podrá no sólo salvarse de la
condición vampírica sino también vencer fácilmente a cualquier Vampiro
que se le acerque. Con la condición, sin embargo, que ignore el mensaje
registrado que le repite "engaña o te engañarán" y otras
estupideces de este tipo. Incluso el más sabio de los hombres, cuando se
encuentra en la bifurcación que lo llevan hacia dos estilos de vida que
se desarrollan en dos direcciones totalmente opuestas, se encontrará en
un estado de perenne conflicto y en la mejor de las posibilidades pasará
la vida preguntándose que es mejor hacer, sin llegar nunca a tomar una
decisión definitiva.
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