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Las señales de la pérdida de energía vital
Pocas personas sospechan que un síntoma frecuente entre las personas
de agresiones vampíricas es el bostezo. O mejor dicho, una serie de
bostezos. Con el bostezo, de hecho, como nos enseñan las tradiciones
populares de la magia, se intenta recuperar la energía perdida.
Naturalmente, asociar los bostezos con un encuentro con un Vampiro es
prácticamente imposible para el hombre del 2000; las explicaciones que se
darán serán una mala digestión, el aburrimiento, el cansancio, el
sueño, pero nunca la acción de una psicología invasiva.
La agresión vampírica, entendiendo por esta una apropiación de
energía vital, deja siempre rastros importantes en las víctimas, incluso
si éstas, que no conocen la existencia de este mecanismo, no lo detectan,
o lo atribuyen a malestares y hechos concomitantes que, además de los que
ya hemos indicado para el bostezo, pueden ser el nerviosismo, la tendencia
a la melancolía, un imprevisto bloqueo mental, un debilidad personal, un
defecto del carácter.
Como se podrá comprobar en los ejemplos que siguen a continuación, la
tipología de los síntomas que se derivan de una invasión vampírica
tiene una estructura muy clara. Pero, sin embargo, la falta de costumbre
de analizar ciertos estados de ánimo crea una tendencia generalizada a
huir como la peste de su profundización, desconsiderando con suficiencia,
a menudo con desprecio, las señales interiores que nos podrían indicar
el camino justo, dando preferencia a explicaciones estándares como las
que hemos nombrado antes.
El mensaje registrado que nos han enseñado a escuchar una y otra vez
cada vez que notamos que desde dentro nuestro nos llegan extrañas
señales es: "¡¡Qué raro que eres!!. ¡¡No seas paranoico!!"
Sin embargo, mientras tratemos así nuestros propios sentimientos,
nuestras impresiones, nuestras intuiciones, no aprenderemos a defendernos
de los Vampiros. Al revés, dejaremos el campo libre a sus correrías. De
hecho, el Vampiro, respecto a nosotros, tiene una ventaja fundamental: que
él las paranoias se las crea, y cómo, en el sentido que no deja al azar
ningún detalle para obtener lo que le interesa. Toda su atención, como
la atención de una fiera predadora, está dirigida a analizar las
debilidades del adversario, los puntos flojos, el momento justo para el
ataque, la dosis de energía que puede chupar para que la víctima no se
ponga demasiado a la defensiva.
Seguir los rastros de algunos de nuestros extraños estados de ánimo
nos llevaría a hacernos preguntas fundamentales, a desenterrar tabúes
innombrables, a renunciar a la autoflagelación de nuestras paranoias, a
abrir rayos de luz en el lado
oscuro de la realidad, allí donde el Vampiro se propaga.
Y sin embargo, al contrario, creemos que sea más importante ejercitar
el derecho de vivir la vida de un modo ligero, sin plantearnos demasiados
problemas, mientras que el que nos la quiere quitar cuida de manera
maniaca y perfectamente organizada sus estrategias de robo. Continuar
viviendo así equivale a creer que la vida sea como en un tranquilo
pueblecito sereno y seguro, donde nadie puede llegar a soñar aprovecharse
de grupos de niños que sólo quieren divertirse…

Insatisfacción, descontento, sentido de inadecuación
Un síntoma típico que surge después de un encuentro con un Vampiro
es un improvisado estado de insatisfacción y descontento, una sensación
de hostilidad por parte de la realidad. También en este caso hay
probabilidades de que la víctima atribuya este estado de ánimo al
insondable alternar de humores positivos y negativos en los seres humanos,
o a la propia personalidad lunática, o al estrés, o al mal tiempo, o a
causas objetivas como el tráfico, los autobuses que llegan tarde, los
inconvenientes de la vida moderna.
En el relato de Mario Corte El
administrador, al cual ya nos hemos referido y que se puede encontrar
en la página 97 del libro Vampiros
energéticos, Massimo, el
protagonista, de vuelta de un encuentro vampírico con dos personas (el
administrador del establecimiento, precisamente, y el portero) que sin
razón alguna le han negado el saludo, pasa un día extrañamente
malhadado, muy diferente de sus habituales días llenos de alegría de
vivir y de entusiasmo por el trabajo. (Ir al texto Italiano,
Inglés o Francés.)
Después de algunos días la escena se repite, y esta vez el saludo se
le niega de manera aún más insolente, con resultados desastrosos para el
amor propio de Massimo. (Ir al texto Italiano,
Inglés o
Francés.)

Incapacidad de gestión práctica de la realidad, incidentes,
pérdida de contacto con los propios sentimientos
Otro síntoma de la agresión vampírica consiste en una improvisada
pérdida de la más elemental capacidad de maniobra de la realidad. De
golpe parece que las cosas, los espacios, la materia se diviertan
haciéndonos desaires. Nos golpeamos contra los objetos, los dejamos caer,
nos vemos obligados a repetir varias veces un número telefónico porque
los dedos nos resbalan sobre las teclas, mientras movemos la silla tiramos
de un cable y desconectamos el enchufe del ordenador en el cual estaba
abierto un documento en el que estamos trabajando, mientras comemos nos
mordemos los labios o la lengua haciéndonos sangre como si fuésemos
incapaces hasta de masticar.
Algunas personas se lo toman con filosofía, otras se limitan a
resoplar y siguen con su vida, los más nerviosos se enfadan, los
exaltados gritan y rompen alguna cosa. Pero cuantos se preguntan si por
casualidad estos incidentes no tienen alguna relación con una pérdida de
energía? Se nos parásemos un momento a hacernos esta pregunta,
notaríamos como la realidad de golpe se calma, el espectro que parece
atormentarnos huye despavorido hacia un punto lejano, los incidentes ya no
suceden más. ¿Porqué? Porque hemos desenterrado un tabú. Nos hemos
hecho una pregunta. Hemos renunciado por un momento a flagelar nuestras
paranoias y estamos finalmente siguiendo un rastro.
El camino, una vez que nos hemos decidido a tomarlo, será largo,
fatigoso, y a menudo doloroso. Aprender a vigilar la propia energía, la
propia libertad, la propia vida requiere un estar despierto que - como
cada crecimiento - puede tener aspectos traumáticos. ¿Pero cuánto más
dolorosa podrá ser, por otra parte, un estado de rendición sin
condiciones a las maniobras del Vampiro?
En el relato de Mario Corte Samuel Serrandi, que se puede
encontrar en la página 137 del libro Vampiros
energéticos, el protagonista homónimo es un vendedor de falsa enciclopedias
multimedia, un personaje totalmente deshumanizado que ha invadido el
espacio de sus víctimas, las somete a un implacable drenaje de energía
hasta hacerlas caer en manos de una estafa de varias decenas de millones.
He aquí como la capacidad de manejar de la realidad de Luigi Limandi, la
víctima de turno, en presencia de Serrandi entra clamorosamente en crisis.
(Ir al texto Italiano, Inglés o Francés.)
En el relato Angelo (Ángel), Iván, un futbolista de gran talento, es odiado por el
capitán del equipo que lo acaba de contratar, ya que siente que su
posición de líder indiscutido del equipo y del barrio está amenazada.
Iván se ve sometido a una verdadera "tempestad vampírica" de
proporciones impresionantes por parte de su rival, Angelo, que le lleva al
punto de perder el contacto con sus propios sentimientos y a hacer algunas
acciones irracionales, profanas, y auto lesivas: primero accede a una
absurda condición de sentido de culpabilidad en relación a sus
persecutor, después se niega a beber un agua milagrosa que brota en la
iglesia a la que él va a orar, y finalmente incluso llega a negar el
milagro del Cristo que se mueve y habla para indicarle la vía de salido
de la pesadilla en la que se encuentra atrapado. (Ir al texto
Italiano, Inglés o Francés.)
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